Las voces imposibles
Calcina el orden y el sentido,
despierta.
El templo atraviesa una sien imposible.
Los cantos se posan como rocío
sobre este duro suelo.
No cabe detenerse a escuchar
las repeticiones.
Si escuchas realmente todo canta,
todo canta y llueve y se acumula.
Alguien intentó alguna vez
hablar con una voz imposible:
la voz fingida, la voz ronca de la nada que se aferra con los dientes
llenos de sarro y genuflexiones.
Calcina el orden y el sentido,
¡habla!
Solo existe una voz posible
y es la tuya,
la que las pastillas ahogan,
la que el relato enmohece
en el cielo de palabras horribles,
difuntas.
Igual, no te angusties:
las voces imposibles
no suenan sino a plástico,
a mugido,
las voces imposibles sonríen con sorna en el olvido.