Escuela y prioridades...

Escuela Secundaria Lycee Schorge (arquitecturaviva.com)

Pienso que la escuela es un lugar que algunos no comprendemos lo suficiente, en especial cuando somos niños o jóvenes y la habitamos. El proceso de aprender es complejo, no depende solamente de la escuela a la que vamos; al menos eso está claro. Pero puedo decir que sí, de hecho, me ha formado. No desde mi comprensión de lo que hice o experimenté como estudiante, sino quizás de la reflexión que he hecho después sobre esa experiencia. Es decir que, al comparar cómo aprendo actualmente en relación a cómo lo hacía en esa época (según mi selectiva memoria), noto algunas diferencias. Pero, al final, siento que ha sido más importante lo que he tomado conscientemente y después de la escuela que lo que recuerdo sobre ella, sus profesores o sus prácticas.

Años después, al ejercer como profesor, la memoria de lo que experimenté en la escuela y en el colegio se ha vuelto cada vez más presente e importante, al compararla con la experiencia de mis estudiantes. Al hacerlo pienso que me hubiera gustado tener, por ejemplo, la oportunidad de contar con más de un profesor en el aula, o la confianza suficiente para preguntar, acercarme a los profesores y cuestionarlos. Sé que en muchas ocasiones mis opiniones de esa época estaban erradas, pero el hecho de no compartirlas hizo que, además de erradas, no pueda confrontarlas con otras ideas y las convierta, muchas veces, en prejuicios. Incluso entre mis compañeros, la confianza para hablar de lo que no sabíamos era muy poca. Siento que hoy, en mi experiencia, hay mucha más apertura para eso, en algunos casos, aunque lamentablemente todavía existan profesores que dictan clase y no admitan otras ideas. 

Por lo tanto, siento que una prioridad en las escuelas es convertirlas en espacios de confianza mutua y de aprendizaje, y no en lugares llenos de miedo al fracaso y al error. Pienso que una de las peores situaciones, y de las más difíciles de cambiar, es precisamente esa: la idea de que en la escuela el único objetivo es "aprobar". 

Por otra parte, y para que esa idea empiece a cambiar, pienso que la prioridad es centrar la atención en los educadores, al igual que en los estudiantes. Si bien el centro de la educación debe ser el cuidado de quienes la habitan, ese cuidado no será posible si, primero, quienes educan se sienten también cuidados. No se trata de una cultura organizacional controlada, como puede pensarse y como yo mismo pensé en algún momento, en la que una efectiva comunicación interna controle el cumplimiento y fomente una determinada forma de ser de la "compañía", sino de generar un ambiente adecuado para el aprendizaje, primero para quienes educan y después, como efecto, para quienes se educan. Esto puede lograrse en cualquier sector socioeconómico, pues debe partir siempre de él: no puede adecuarse un espacio y una comunidad con esperanza sin partir, primero, de sus condiciones de vida. Al partir de ellas, no se limitará a un presupuesto estatal o privado para educación, sino que dependerá de los recursos con los que se cuenta en cada caso particular.